viernes, 14 de mayo de 2010

Día negro en España: Garzón, Camps y las medidas contra la crisis.

Esta semana, en un mismo día, se producen tres hechos sin aparente relación entre sí, que nos asoman a una país con un imagen sombría, con un negro futuro.

La primera, la apertura de juicio oral contra el juez Garzón, que aunque pueda gustarnos más o menos, es digna de un esperpento: se le imputa el delito de prevaricación por instruir diligencias en relación con delitos del franquismo. Hoy mismo se ha sabido que el Consejo General del Poder Judicial le suspende de sus funciones por este motivo.

La segunda, la reapertura del proceso contra el presidente de la Generalitat (Comunitat Valenciana) por cohecho. En este caso, también por unos hechos que podrían considerarse triviales, si bien se sospecha que están vinculados al trato de favor de un entramado de empresas que se supone financian irregularmente al Partido Popular o a algunos de sus miembros, lo que sí tiene una gran importancia.

Y la tercera y la más relevante: estamos en crisis, una crisis aguda, profunda, de tal magnitud que "obliga" al Presidente del Gobierno a borrar de un plumazo su habitual optimismo y tomar medidas drásticas entre las que destaca (por lo menos para mí) el castigo que se inflinge a los denostados funcionarios, seres privilegiados en estos tiempos, ineficientes e improductivos, que bastante tienen con un sueldo fjo, reduciéndoles sus inmerecidos sueldos en un 5 % por ciento (de media).

Ya se oyen gritos de rebelión (trabajo a reglamento, más pausas para fumar, que trabaje rita,...) que no tardarán en apagarse pero que los más descontentos (ya lo estaban antes) no olvidarán: ¡por lo que me pagan, ya trabajo bastante! Una excusa más para no hacer nada o casi nada. Me pregunto cuáles serán los efectos sobre un gran número de empleados con una gran desmotivación laboral.

Esta medida, de todas las posibles, supongo que es la más fácil y la que menos votos hace perder, comparada con otras como la subida de impuestos. Pero votos, el partido del Gobierno va a perder muchos. No sé adónde se irán, supongo que la mayoría se quedarán en casa.

Todavía no he asimilado la noticia pero lo que de verdad me siento es engañado, estafado. Personalmente habría asumido subidas de impuestos, incluso en un porcentaje similar al que ahora se plantea de disminución de retribuciones, pero no me sentiría víctima de una decisión fácil y con una justificación muy discutible. De ese modo, se obtendría el mismo resultado económico pero se repartiría entre otros "privilegiados": los empleados de los bancos, los de empresas públicas (que parece que no se les aplicará esta reducción), a los directivos de grandes empresas privadas, etc.

Me resulta también curioso que el paquete de medidas pretenda un ahorro de 15 mil millones de euros, cifra muy cercana a los 13 mil millones de los Fondos estatales para los Ayuntamientos de 2009 y 2010. Ahora resulta que este aluvión de obras, muchas absurdas y la mayoría precipitadas en todos los Municipios de España las vamos a pagar de nuestros sueldos. ¿A que cabrea pensarlo?

Y no está claro que esto se acabe aquí, todavía puede ser peor. Pueden venir las pensiones (eso sí las futuras), las prestaciones sociales e incluso los impuestos.

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